Skip to main content

Se me extravió tu nombre en el recuerdo.
He perdido tu nombre
en ese sitio ambiguo en donde quedan
aún tantas cosas tuyas.
Ahí está tu sonrisa, por ejemplo,
-¿era esa tu sonrisa?-, y tus ojos cansados
de mis intemperancias,
y la esquiva tibieza de tu carne,
y tu silueta desnuda recortada
contra la tenue cortina de donde provenía
la incierta luz del alba.
Tú fumabas junto a la ventana,
recuerdo tus pechos desafiantes,
sus altivos pezones expuestos a mis ansias,
tu perfil pensativo que exploraba
por entre los traslúcidos pliegues de la gasa
el difuso contorno de los árboles
en la indecisa madrugada.
Recuerdo también que te volviste
y el timbre de tu voz y tu mirada
al decirme que ya no era posible
continuar con lo nuestro, que deseabas
ser libre como antes y seguir con tu vida
lejos de nuestras incongruencias cotidianas.
Ser libre, me dijiste pero, mira,
te me quedaste presa en el recuerdo,